Aprender una segunda lengua reporta beneficios a nivel cognitivo y afectivo
El aprendizaje de idiomas constituye uno de los pilares fundamentales en el desarrollo de los planes de estudios actuales a cualquier nivel educativo. En este sentido, más allá del estatus a nivel social que la lengua pueda ostentar - como ocurre con el inglés, considerada lingua franca del siglo XXI - hay una gran cantidad de beneficios que se pueden entrever del aprendizaje y uso de la misma. Así, uno de los primeros beneficios es a nivel cognitivo, pues el aprendizaje de una segunda lengua facilita y potencia la flexibilidad en cuanto a la realización de diferentes tareas. Por otro lado, también se potencia la agilidad mental en lo que se refiere a tareas de comprensión lectora, por ejemplo.
Además, esta agilidad también se ve reflejada en la velocidad que los hablantes de segunda lenguas muestran a la hora de comprender y procesar las palabras. Uno de los beneficios que más interés ha suscitado hace referencia al Alzheimer; en este sentido, el desarrollo de la enfermedad se ve sustancialmente mermado como consecuencia del esfuerzo y de la actividad a nivel cognitivo. Dentro de este contexto, es preciso remarcar que el multitasking (la capacidad de cambiar rápidamente de tareas) también reporta beneficios al aprender una lengua extranjera. Uno de los últimos descubrimientos realizados por investigadores en el área ha demostrado que una lengua extranjera nos permite llevar a cabo razonamientos más lógicos a diferencia de cuando lo hacemos en nuestra lengua materna, con la que establecemos vínculos afectivos.